Hogar es donde está tu “ombliguito”

Hogar es donde está tu ombliguito

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Soy una romántica de mi tierra y mi pueblo. Aún tengo en la memoria los días vividos allá en las montañas, y muchas veces cuando me preguntan de dónde soy, tiendo a referir a mi pueblo en aquellos tiempos: sin calles “pavimentadas”, agua potable o drenaje, etcétera. Como yo, muchos jóvenes hemos buscando “nuestros sueños” fuera de casa, y ya estando fuera de casa “soñamos con volver a casa un día”. Así son las ironías de la vida…

Mi querida abuela, a quién recuerdo día con día, porque creo que por ella aprendí a vivir conmigo misma, a disfrutar el silencio, el amanecer, los atardeceres y la noche, y estar siempre en paz, siempre está en mi mente, y es a quién visito cada vez que puedo.

Una de mis hermanas, que me cuidó como una madre y siempre me protegió, recientemente “me ha hecho tía”. Creo que al inicio no entendía cómo es que pasa el tiempo. Lo último que recordaba de nosotras juntas era que nos “mecíamos en un sube y baja” cuando teníamos menos de 10 años. Hoy su vientre floreció y hay un nuevo miembro en la familia. Esta memoria vino a mi mente al ver una fotografía de Ian, mi guapo sobrino y sus pequeñas manos…

Mi abuela Eulalia me solía decir que cuando naces tu “ombliguito” debe ser enterrado en la tierra dónde has nacido, porque es a dónde debes volver alguna vez, y es a dónde perteneces realmente. Yo sé que para muchos puede sonar extraño o tonto, sobre todo en esta época que parece que todos pertenecen a todas partes y que nadie es de ningún sitio, pero para muchos de nosotros que como yo tienen una añoranza dolorosa por regresar a nuestra tierra sólo estamos esperando a volver a reconocernos con ellos (nuestros ombligos) en donde siempre hemos sido.

Eulalia me contó que un día soñó que alguien de la familia fallecía fuera del pueblo, y esa noticia le pareció desoladora. Pero más terrible aun fue saber que no podría volver a “donde su ombliguito”, y que no se cumpliría el ciclo de la vida. Eulalia, mi abuela, sentía el corazón pesado no sólo por la pérdida sino porque “no habría un cuerpo al que llorarle, llevarle flores, rezarle, o con quién platicar”. Pero sobre todo, porque no se reintegraría a la madre tierra como debería de ser, para cumplir su ciclo con el mundo, como nos enseñaron o lo hemos hecho por generaciones enteras en mi pueblo. Eulalia me preguntó si había visto a nuestro familiar, y le dije que sí, que estaba bien. Ella suspiró y sonrió: – Qué bueno que sólo fue un mal sueño.

Cuando vi las expresiones de Eulalia, y su llanto, comprendí a mi madre, su angustia por mí, estando lejos de la casa. Porque mi ombliguito fue enterrado en la tierra, mi pueblo, y porque así como pertenezco a este sitio, también ella me pertenece, y somos uno con mi padre y mis abuelos. Estando lejos siento mucha nostalgia. Salí siguiendo mis sueños, como muchos de mi generación han tenido que salir para buscar los suyos. Hay cosas que no se pueden remplazar. En mi memoria llevo día a día el fogón con una taza de café a donde me solía sentar con Eulalia a escuchar sus historias, o simplemente a disfrutar del silencio al pie de las llamas.

 

3 thoughts on “Hogar es donde está tu “ombliguito””

  1. Tania: en este momento te estoy escuchando mientras pronuncias tu discurso en el Premio Nacional de la Juventud. ¡Qué hermosas palabras! Me hiciste llorar con tu historia, con tu lucha, con tu ánimo, con tu perseverancia, con tu orgullo mixe, con tu orgullo mexicano. Gracias por existir, gracias porque personas como tú me devuelven la fe en la humanidad. Te abrazo. Verónica Camacho/ también en: bitacoradlosdias.wordpress.com y camacho.veronica@gmail.com

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