Autor: Ferdinando Raineiro Osorio Gómez
Con cariño, para Tania Eulalia Martínez Cruz
Si los cuentos son historias, por que no volver la historia un cuento que como una función matemática, evaluaremos de izquierda a derecha, cronológicamente, que de principio a fin tuvo siempre circunscritos cálculos y formulas, ciencia y matemáticas, pero sobre todo esfuerzo y amor. Así es la recta de Tania que parte de una ecuación muy especial: una abuela sabia, más una niña oaxaqueña inteligente y dedicada, multiplicado por la herramienta más poderosa de las naciones que es la educación, todo elevado por esa potencia que solo pueden dar las ganas de superarse a sí mismo para ayudar a los demás.
Había una vez, una tierra maravillosa rodeada de gigantes de tierra y roca que lloran ríos de agua cristalina y riegan los cultivos. Doña Eulalia, la sabia abuelita de Tania, tenía un don para sembrar la tierra, pero también para sembrar en los corazones de las personas, así con mano dulce y cálida sembró en Tania un profundo sentimiento de pertenencia hacia las montañas que la vieron nacer, le contó sobre lo importante que es el agua para la vida de la comunidad, sobre como Dios bendice los cultivos que se trabajan con amor, le contó que su pueblo acostumbra a enterrar su ombligo para que nunca olviden de donde vienen y a donde van, y así entre historias de nubes o rebozos o flores la pequeña Tania creció con su trabajadora abuela. De quien aprendió a sembrar la tierra.
Como sus padres eran maestros indígenas, nuestra amiga creció caminando largos tramos por bosques y bajo la lluvia, para que sus padres pudieran llevar conocimientos y enseñar en mixe y español, para dar una educación digna. La pequeña Tania disfrutaba de estas caminatas pero sobretodo de ver a sus padres enseñar a leer, escribir y hacer cuentas.
Se podría decir que Tania creció en una escuela ambulante, quizá sea por eso que en cuanto aprendió a leer y a escribir decidió anotar en una pequeña libreta que siempre llevaba consigo, todo lo que le parecía interesante, sin darse cuenta de que estaba creando lo que más tarde llamaría formulario. Cuando Tania descubrió con las tablas de multiplicar lo fácil que era sumar varias cantidades que se repiten, ella sola se proponía problemas y los resolvía con una rapidez sorprendente.
Lo mismo sucedió con la recta numérica, le encantaba la ranita, que saltaba hacia adelante y hacia atrás. Sus padres se dieron cuenta pronto de su gran habilidad con las matemáticas y su creciente predilección por los números.
Tania era curiosa y traviesa como todos los niños, le gustaba jugar con el agua y ver las hojas correr en el rio. Sin embargo había solo una cosa que a Tania no le gustaba de su vida en las montañas, el momento de acarrear agua del rio a la parcela, se le hacía muy cansado cargar un balde de agua de ida y vuelta, cuidando siempre no tirarlo.
Un buen día le preguntó a su abuela: -¿Por qué si el agua viaja sola desde la punta de la montaña hasta el valle, no puede llegar hasta la milpa? – la abuela sonrió y dijo: – Porque el agua corre libre como los pensamientos y hasta que las personas sepan dirigir sus pensamientos sabrán conducirla -.
Tania no comprendió de inmediato a que se refería su abuela por lo que decidió anotarlo en su pequeño cuaderno, para preguntárselo a sus padres esa noche. Pero al llegar a su casa Tania no pudo hablar con sus padres sobre lo que le preguntó a la abuela, porque ellos estaban muy ocupados preparándose para un viaje que le advirtieron que sería largo, por lo que también Tania comenzó a guardar sus cosas, en una pequeña bolsa de manta blanca, no sabía que este viaje no sería como los otros de su infancia, esta vez se mudaban permanentemente a una ciudad más grande en busca de un vida mejor y oportunidades de estudio para ella.
Fue así como tuvo que dejar enterrado su ombligo entre las fantasías de las montañas azules, para salir a encontrar respuesta a todas sus preguntas. Poco a poco, al paso del tiempo Tania con sus quince años fue convenciéndose de que en su nueva vida tendría que iniciar un viaje sola, para estudiar algo que contestara todas sus preguntas, sobre la tierra, los alimentos y el agua.
Por esa razón decidió estudiar Agronomía, presentó un examen con aspirantes de todo el país, ella sabía que un valor importante era el examen de Matemáticas pero estaba preparada, el álgebra no le dio problemas, todos los binomios cuadrados quedaron transformados en trinomios cuadrados perfectos con asombrosa facilidad, factorizando, simplificando, resolviendo, en su mente llevaba tan claras las ideas que las dos raíces de la ecuación salían como amigas a su encuentro.
La sección de geometría la superó sin problemas, ecuaciones cuadráticas convertidas a parábolas, pensaba en el examen y en su abuela al mismo tiempo, el examen estaba siendo todo un éxito, mientras las elipses quedaban convertidas a una ecuación igualada a uno, ella recordó a su abuela en la armoniosa forma de la elipse que en cualquier punto siempre está a la misma distancia de dos puntos llamados focos, ella sabía que en cualquier punto de su vida siempre estará a la misma distancia – de su abuela y su familia -, como si esa niña mixe que saltaba en los charcos bajo la lluvia siguiendo su propia trayectoria.
Pero en ese momento a Tania no le podía bastar con recordar la lluvia, pues había llegado a la sección de física, donde era necesario calcular la velocidad final, la aceleración y a energía cinética de esos cuerpos que se mueven en caída libre, como las gotas de lluvia, transcurrían los minutos y Tania era imparable.
Su esfuerzo rindió frutos pues cuando publicaron los resultados. ¡Tania resultó aprobada!.
Ella muy entusiasmada pero nerviosa llegó a la Universidad, se sintió pequeña al ver los enormes edificios de la escuela de Agronomía, el edificio apoyado solo en pequeños pilares, parecía que flotaba, le recordó las marmotas de calenda, los pasillos tan largos, con jardines interminables, pero al llegar al pasillo de los ingenieros destacados del plantel, grande fue su sorpresa al ver ahí el busto del Ingeniero Miguel García Cruz, hombre destacado de origen Oaxaqueño, entonces pensó: ¡También yo haré algo por mi tierra!
Al llegar a la ventanilla de ingreso le preguntaron: ¿Qué carrera elegirá?.
Tania titubeó pero luego recordó su pequeño cuaderno, su formulario, lo abrió como buscando respuestas, en la última hoja encontró lo último que había anotado que le dijo su abuela: – “Que el agua corre libre como los pensamientos y hasta que las personas sepan dirigir sus pensamientos sabrán conducirla” -.
En ese momento sin vacilar contestó: – ¡ Irrigación !- ¡ Ingeniero Agrónomo en Irrigación!. Tania estudio por cinco años con entusiasmo y sobretodo con pasión, que es la única vía para alcanzar todos los sueño; su formulario iba creciendo día con día ahora con fórmulas de Hidráulica, velocidad y gasto en canales.
Ahora tendría que estudiar topografía, dibujar a escala las planicies y pendientes, describiendo la altura y forma de las montañas, todo con números. Calculando áreas de poligonales de diversas formas y medidas. Ahora su pequeño juego geométrico de niña con el que medía centímetros, se había trasformado en equipos de campo de alta tecnología, para medir largas distancias e imágenes satelitales.
Entendió que la velocidad del agua en los canales depende del área de los canales, de su forma y tamaño. – ¡Como quisiera que la abuela supiera todo estopensaba siempre!.
Tania después de cinco años se graduó como ingeniero agrónomo pero su deseo de superación y su esfuerzo la hizo calificar para poder ser becada en Estados Unidos y después realizar como una alumna de excelencia un doctorado en Holanda. Ahora era el momento en que un hermoso alcatraz de la sierra de Oaxaca viajara compartir el aire frío de los Tulipanes de Holanda.
Antes de irse Tania fue a la sierra a ver a su abuela, platicaron, se rieron y lloraron de alegría por horas, hasta que su abuela la despidió diciendo: – “Quiero que te lleves este rebozo, para que les digas a los que viven allá en el otro mundo quiénes somos, cómo vivimos y qué hacemos.”-
-“Llévatelo para que nos recuerdes, para que no nos olvides.”- Tania entendió que lo que para ella representaba su formulario de matemáticas para su abuela era su rebozo.
Tania apuntó estas palabras en su formulario. ¡Porque las matemáticas no son solo números! – Dijo.
-¡ También son letras como en álgebra!. – Letras que tienen un valor, que son variables y dependen unos de otras, porque en la vida se pueden obtener buenos resultados y alcanzar nuestros sueños al respetar el orden que nos enseñan las matemáticas, así como cuando resolvemos problemas complejos como solucionar una integral definida y aplicando esta “ palabrita ILATE “ sabemos que debemos resolver primero la función inversa, después la logarítmica, posteriormente la algebraica, después la trigonométrica y por último la exponencial. Tania sigue enfrentando día a día un examen pero es feliz porque comprendió que, cada letra representa un valor…, un valor numérico pero también un valor de amor y compromiso.
F I N